domingo, 24 de febrero de 2013

Sergio Pitol: escritor andante (historia de una ida y una vuelta)

[Pitol en Bristol, Inglaterra, 1961; foto: Phil Burkinshaw]


La vida de Sergio Pitol (Puebla, 1933), como muchos comentan y escriben, está estrechamente relacionada con la figura del viajero en la medida que esta figura implica movimiento, desplazamiento y emplazamiento. Su obra, de igual manera, se puede caracterizar por las mismos tres motores que definen su vida, así como por la significativa relación que guarda con ésta.
     Pitol ha escrito una obra vital: ha elaborado con su obra una compleja estructura verbal cimentada en sus propios recuerdos. Para Juan Antonio Masoliver Ródenas este elemento ocupa un lugar determinante en la obra de Pitol, ya que ha estado presente desde sus primeros textos: [éste elemento] no desaparece nunca de la obra de Pitol, sino que cambia de forma, de expresión o de énfasis” (2000, 60). Si la memoria es un oscuro mausoleo lleno de imágenes al que accedemos cuando recodamos y del que echamos mano cuando escribimos; lo de Pitol es ficcionalización pura: red de formas que tiene su par en los sueños y lo real. Calidoscopio de espejos que se refleja en sí mismo y convierte los recuerdos en recuerdos de los lectores.

     1. El movimiento

En El arte de la fuga Sergio Pitol narra su experiencia al realizarse una sesión de hipnosis; a la postre ese episodio sería el que marcaría el estilo y la forma de abordar los distintos temas a través del texto. De nuevo, Juan Antonio Masoliver Ródenas sostiene que ese fragmento sobre la hipnosis no sólo puede ser leerse como la declaración estética de toda la ‘Trilogía de la memoria’, de la que El arte de la fuga forma parte, sino de su obra completa (2007, 10-11). Escribe Pitol, poco después de describir lo acontecido en la mencionada sesión de hipnosis:
A la mañana siguiente desperté con una sensación desconocida, como si el diálogo conmigo mismo fuera diferente. Muchas cosas se me habían vuelto coherentes y explicables: todo en mi vida no había sido sino una perpetua fuga. Había habido experiencias fantásticas, sí, extraordinarias, de las que jamás podría arrepentirme, pero también un núcleo de angustia que me obligaba a clausurarlas y a buscar otras nuevas. (Pitol, 2007: 110)
En un primer momento ese comentario expone lo obvio: que los viajes han ocupado un espacio importante en la vida de Sergio Pitol; sumado a que los elementos autobiográficos recorren gran parte de su obra, como se expuso arriba, la temática del viaje pasa a ocupar un lugar ejemplar en la mayoría de sus textos. El fragmento citado de Pitol también pone énfasis en el modo que tiene él para relacionarse con el mundo: perfilando un movimiento que implica a la vez huida y búsqueda, geográfica y estéticamente.
     La salida de México en 1968 y su posterior regreso hasta 1998 son los hechos que marcan la vida y obra de Pitol. El territorio pitoliano podría definirse como esa doble fuga y doble búsqueda que termina en un regreso que apuntala a la propia figura de Pitol como viajero. Está figura mantiene una relación sumamente estrecha con la figura de lector, que no sobra decir es como a sí mismo se ve Pitol en sus obras: “El viaje era la experiencia del mundo visible, la lectura, en cambio, me permitía realizar un viaje interior, cuyo itinerario no se reducía al espacio sino me dejaba circular libremente a través de los tiempos” (2007: 182). Las dos figuras, viajero y lector, tiene en común la búsqueda de la diferencia, que les permita el reconocimiento de sí mismos en la en la otredad, esto debido a que “el sujeto se construye en el viaje; viaja para transformarse en otro” (Piglia, 2005: 116), una nueva posibilidad de sí mismo.

     2. El desplazamiento

Los primos traslados residenciales de Sergio Pitol por el país ocurren desde muy joven; de 1945 a 1950 vivió en Códoba, Veracruz donde cursó sus estudios secundarios y preparatorios. En 1950 se muda a la Ciudad de México y de ahí va por una corta temporada a Europa en 1961. Terminado ese primer viaje por el extranjero regresó a Xalapa en 1966 para ocuparse de la dirección de la editorial de la Universidad Veracruzana, e irse de nuevo de forma indefinida de México en 1968 con rumbo a Barcelona.
     Ese traslado a Barcelona, que comenta Pitol no pensaba prolongarse más de un año y al final duró casi veinte, significó el comienzo de la fuga de Sergio Pitol no sólo geográficamente sino de su escritura a los textos de otros; es decir, a la traducción, de la que viviría enteramente en sus años en Barcelona. De notar es que en el periodo que va de 1969 a 1972 Pitol publicó alrededor de dieciocho traducciones en diferentes editoriales en España.
     En 1972 regresa Pitol a México de su estadía en Barcelona sólo para publicar su primera novela, que sin embargo pasó dentro del ámbito literario del país sin mucha atención por parte de la crítica literaria. Ese mismo año Sergio Pitol comienza su periplo alrededor del mundo como consejero cultural en las embajadas mexicanas de distintos países o como agregado cultural en las mismas.
     De nueva cuenta Pitol sólo vuelve a México en 1979 a continuar publicando su obra. En 1981 le otorgaron el Premio Xavier Villaurrutia por su libro de cuentos Nocturno de Bujara publicado ese año; en 1982, el Premio Latinoamericano de Narrativa Colima para obra publicada, por otro libro de cuentos: Cementerio de tordos. A su vez Pitol publicó en este periodo su segunda novela que, como la primera, sólo fue conocida por unos pocos lectores. En 1983 Sergio Pitol parte a Praga como embajador y comienza a publicar paralelamente en Barcelona y en México su ‘Tríptico del Carnaval’.
     Pitol regresa a México en 1988 en donde ya establecido en Xalapa, Veracruz emprende una nueva etapa de escritura, una marcada por su propia automitificación como escritor andante, en donde destaca su ‘Trilogía de la memoria’.
     El primer libro de esta trilogía, El arte de la fuga, fue publicado en 1996 y de inmediato se notó un cambió en la apreciación que en general se tenía de la obra de Pitol. Como texto individual fue premiado con el Premio Mazatlán al mejor libro publicado ese año y recibió el Premio de la revista Viceversa en México. En el terreno de la apreciación de su obra completa hubo un cambio importante respecto a cómo se le veía dentro del canon mexicano; no es vano que Jorge Volpi (104) marque como cima y punto de inflexión del resto de su obra, precisamente, a este texto. Lo anterior se debió a la relectura y posterior revalorización de sus textos anteriores provocada por la avalancha mediática que significó El arte de la fuga. De esta forma la figura de Sergio Pitol en el mapa literario del país fue reubicada, de los márgenes, a los lugares privilegiados entre los escritores vivos más importantes de México (Chávez Castañeda y Santajulia, 2000). Tres años más tarde le fue otorgado el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo por el total de su obra en la edición de 1999.
     En el año 2000 Pitol publica la segunda parte de su trilogía, El viaje. En primera instancia el texto se nutre principalmente del diario personal que Pitol escribió durante su viaje a la Unión Soviética en 1986, al que añade comentarios sobre asuntos literarios, recuerdos, sueños y varias transcripciones de textos de otros autores.
     El mago de Viena es el texto con el que se completa la trilogía; fue publicado en 2005 y formalmente es la obra más ambiciosa de las tres, ya que los tópicos anteriores son entretejidos por Pitol en un discurso uniforme, sin apartados o capítulos que interrumpan la lectura y su interpretación, que es regido por el axioma “todo está en todo” (Pitol, 2007: 650); cuya consecuencia es una narración literaria que se presenta como un palimpsesto de memorias, lecturas y fragmentos de obras anteriores. El mismo año que publica El mago de Viena, a Sergio Pitol le es otorgado el Premio Cervantes como reconocimiento a su obra completa y a su impecable labor de traductor.
     Sus últimos libros que publicó Pitol fueron Una autobiografía soterrada, summa de estilos, recursos discursivos-narrativos y conglomeración de varios fragmentos de sus propios libros, y la redición de la autobiografía que publicó en 1966.

     3. El emplazamiento

Sergio Pitol sueña la vida de otros, sueña que es leído y en esa lectura vislumbra su propia vida, aquella que no es posible capturar en una ficción: la propia escritura que tiene como fin modificar el mundo, en la medida de lo posible: mucho o poco, y ser cambiando al mismo tiempo por él, en un acto recíproco que involucra a ambas partes en cuanto el escritor es consciente de su estado emplazado; es decir, de estar en-plaza, en un lugar específico, y al mismo tiempo en-plazo, en un tiempo determinado (Vázquez Medel: 26).
     Escribir para Pitol es el proceso con el cual se autodetermina como ser humano ya que este acto implica la objetivación de su percepción y su memoria: la manifestación textual de la consciencia-de-sí que lo distingue ante los otros.
     Se podrían tomar las palabras de Piglia para definir lo que pareciera un principio seguido a través de su obra literaria: “escribir y viajar, y encontrar una nueva forma de hacer literatura, un nuevo modo de narrar la experiencia” (Piglia, 2005: 115); uno donde todo tenga cabida en un constante diálogo.


REFERENCIAS

AAVV. Los territorios del viajero. México: Era, 2000.
Chávez Castañeda, Ricardo y Celso Santajulia. La generación de los enterradores. México: Nueva Imagen / CONACULTA /Patria, 2000.
Domene, Pedro M., ed. Sergio Pitol. El sueño de lo real. Batarro revista literaria, segunda época, núm. 38-40. Xalapa: Universidad Veracruzana / Instituto Veracruzano de Cultura / Secretaria de Educación y Cultura de Veracruz.
Masoliver Ródenas. “El privilegio de la locura. Textualidad, ensayo y creación en Sergio Pitol”. en AAVV, 2000. pp. 59-72.
—————. “Vivir para contarlo”. en Pitol, 2007. pp. 7-15.
Piglia, Ricardo. El último lector. Barcelona: Anagrama, 2005.
Pitol, Sergio. Trilogía de la Memoria: El arte de la fuga. El viaje. El mago de Viena. Barcelona: Anagrama, 2007.
—————. Una autobiografía soterrada (Ampliaciones, rectificaciones y desacralizaciones). Oaxaca: Almadía, 2010.
—————. Memoria (1933-1966). México: Era, 2011.
Volpi, Jorge. “Siete variaciones sobre temas originales de Sergio Pitol” en AAVV, 2000. pp. 103-113.

2 comentarios:

  1. Aquí hay un desafío muy interesante: el hecho de que Pitol usa el género biográfico en su obra. Así pues, cómo realizar una biografía de alguien abocado y conocedor del género. Ejemplo destacado: la biografía de Proust. publicada en Anagrama. En estos casos, lo importante es hacer una metabiografía, elementos psico-biográficos que pasó por alto el mismo Pitol (ejemplo: homosexualidad, muerte de madre, viaje como escapatoria), y elementos socio-culturales (fama hasta una edad madura, viaje como conocimiento). Encontrar algo que aporte una nueva clave a su persona y su obra.

    Interesante el esquema del texto, los subtítulos: tienen estructura narrativa. Falta, eso sí, desarrollo.

    ResponderEliminar
  2. Trabajar a un escritor, del que aparentemente se ha dicho mucho, es un reto interesante y tú lo afrontas muy bien. Me gustó tu texto y abordas la vida de Pitol desde un ángulo interesante. Asimismo, se nota que eres conocedor de su obra y de su vida. Gracias.

    ResponderEliminar