lunes, 8 de abril de 2013

Sergio Pitol, la motivación por el viaje

Para dejar todo atrás y comenzar una nueva vida en otro lugar debe existir una motivación muy fuerte respecto a todo lo que se deja y a todos los que se dejan; así como debe existir en la futura existencia la posibilidad de una vida más plena, o de encontrar algo a lo que no se podía acceder desde el antiguo lugar de residencia. La vida de Sergio Pitol (Puebla, 1933) está marcada por significativos cambios de residencia, varios al interior de México y mucho más alrededor del mundo. Los cambios de residencia modifican la percepción, de eso estoy convencido.
     Antes que escritor Pitol debe ser definido como viajero. Desde esa imagen se puede articular la ruta tan particular que ha tomado su obra en la literatura mexicana y su propia vida.
     Para Sergio Pitol el viaje no sólo representa la iniciación para convertirse en escritor, sino una constante iniciación vital, como una eterna bildungsroman. Es significativo lo que escribe Ricardo Piglia (2005) al respecto: “el sujeto se construye en el viaje; viaja para transformarse en otro” (116); es decir, Pitol viaja para seguir siendo, desde otra posición crítico-vital, sí mismo. Pitol es un viajero en cuanto que esta figura implica movimiento, desplazamiento y emplazamiento. Su obra, de igual manera, se puede caracterizar por las mismos tres motores que definen su vida, así como por la significativa relación que guarda con ella misma.

I.

Los primos traslados residenciales de Sergio Pitol por el país ocurren desde muy joven; de 1945 a 1950 vivió en Códoba, Veracruz donde cursó sus estudios secundarios y preparatorios. En 1950 se muda a la Ciudad de México y de ahí va por una corta temporada a Europa en 1961. Terminado ese primer viaje por el extranjero regresó a Xalapa en 1966 para ocuparse de la dirección de la editorial de la Universidad Veracruzana, e irse de nuevo de forma indefinida de México en 1968 con rumbo a Barcelona.
     Ese traslado a Barcelona, que comenta Pitol no pensaba prolongarse más de un año y al final duró casi veinte, significó el comienzo de la fuga de Sergio Pitol no sólo geográficamente sino de su escritura a los textos de otros; es decir, a la traducción, de la que viviría enteramente en sus años en Barcelona. De notar es que en el periodo que va de 1969 a 1972 Pitol publicó alrededor de dieciocho traducciones en diferentes editoriales en España.
     En 1972 regresa Pitol a México de su estadía en Barcelona sólo para publicar su primera novela, que sin embargo pasó dentro del ámbito literario del país sin mucha atención por parte de la crítica literaria. Ese mismo año Sergio Pitol comienza su periplo alrededor del mundo como consejero cultural en las embajadas mexicanas de distintos países o como agregado cultural en las mismas.
     De nueva cuenta Pitol sólo vuelve a México en 1979 a continuar publicando su obra. En 1981 le otorgaron el Premio Xavier Villaurrutia por su libro de cuentos Nocturno de Bujara publicado ese año; en 1982, el Premio Latinoamericano de Narrativa Colima para obra publicada, por otro libro de cuentos: Cementerio de tordos. A su vez Pitol publicó en este periodo su segunda novela que, como la primera, sólo fue conocida por unos pocos lectores. En 1983 Sergio Pitol parte a Praga como embajador y comienza a publicar paralelamente en Barcelona y en México su ‘Tríptico del Carnaval’.
     Pitol regresa a México en 1988 en donde ya establecido en Xalapa, Veracruz emprende una nueva etapa de escritura, una marcada por su propia automitificación como escritor andante, en donde destaca su ‘Trilogía de la Memoria’.
     El primer libro de esta trilogía, El arte de la fuga, fue publicado en 1996 y de inmediato se notó un cambió en la apreciación que en general se tenía de la obra de Pitol. Como texto individual fue premiado con el Premio Mazatlán al mejor libro publicado ese año y recibió el Premio de la revista Viceversa en México. En el terreno de la apreciación de su obra completa hubo un cambio importante respecto a cómo se le veía dentro del canon mexicano; no es vano que Jorge Volpi (104) marque como cima y punto de inflexión del resto de su obra, precisamente, a este texto. Lo anterior se debió a la relectura y posterior revalorización de sus textos anteriores provocada por la avalancha mediática que significó El arte de la fuga. De esta forma la figura de Sergio Pitol en el mapa literario del país fue reubicada, de los márgenes, a los lugares privilegiados entre los escritores vivos más importantes de México (Chávez Castañeda y Santajulia, 2000). Tres años más tarde le fue otorgado el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo por el total de su obra en la edición de 1999.
     En el año 2000 Pitol publica la segunda parte de su trilogía, El viaje. En primera instancia el texto se nutre principalmente del diario personal que Pitol escribió durante su viaje a la Unión Soviética en 1986, al que añade comentarios sobre asuntos literarios, recuerdos, sueños y varias transcripciones de textos de otros autores.
     El mago de Viena es el texto con el que se completa la trilogía; fue publicado en 2005 y formalmente es la obra más ambiciosa de las tres, ya que los tópicos anteriores son entretejidos por Pitol en un discurso uniforme, sin apartados o capítulos que interrumpan la lectura y su interpretación, que es regido por el axioma “todo está en todo” (Pitol, 2007: 650); cuya consecuencia es una narración literaria que se presenta como un palimpsesto de memorias, lecturas y fragmentos de obras anteriores. El mismo año que publica El mago de Viena, a Sergio Pitol le es otorgado el Premio Cervantes como reconocimiento a su obra completa y a su impecable labor de traductor.
     Sus últimos libros que publicó Pitol fueron Una autobiografía soterrada, summa de estilos, recursos discursivos-narrativos y conglomeración de varios fragmentos de sus propios libros, y la redición de la autobiografía que publicó en 1966.

II.

En la obra de Pitol hay un evento que marca su vida significativamente: su traslado a Europa en 1968. Sobre éste el propio Pitol (2011) comenta que tuvo que vender casi todas sus posiciones, incluyendo unos cuadros, además de renunciar a la publicación periódica de su obra literaria en México, para poder realizar ese viaje. En ese mismo texto Sergio Pitol habla que varios de sus amigos entre ellos la esposa de Augusto Monterroso: Milena Guerra, lo motivaron para irse a Europa.
     A pesar de que toda su obra contiene elementos autobiográficos, algunas veces de forma implícita así como de manera explícita (Fernández de Alba, 2010; García Díaz, 2002), después de buscar en todos sus textos algo que dijera el propio Pitol sobre esa razón que lo motivó a partir con rumbo a Barcelona ese año, no he encontrado ningún dato. Tal vez esa razón está dispersa de manera oblicua en su correspondencia privada que sostuvo durante largos años con varios escritores mexicanos y extranjeros, como Margo Glantz o Carlos Monsiváis —actualmente en los archivos de la Universidad de Princeton, con la prohibición del propio Pitol de que esos documentos no sean abiertos sino hasta que él fallezca.
     Esta resolución hace explicito el hecho de que Pitol trata de dejar una figura de sí como autor y otra figura de su persona; separando la figura pública de la privada, aunque las dos sea posible identificarlas bajo el mismo nombre de «Sergio Pitol».
     La búsqueda de la entidad que ensamble las esferas de lo privado y lo público podría aclarar la posición de Sergio Pitol respecto a lo que vivía en México para que tomará la resolución de hacer un viaje de varios años por Europa, que al final se convertiría sobre la marcha en un viaje alrededor del mundo que duraría cerca de veinte años.
     ¿Por qué ocultar la respuesta? le preguntaría a Sergio Pitol, a sabiendas de que tal vez su respuesta sea precisamente de la misma naturaleza que la pregunta: tratando de ocultar la propia naturaleza de la enunciación con la omisión, el vacío y la especulación consecuente. Tal vez habrá que esperar a que los archivos de Princeton sean accesibles para poder escribir la biografía definitiva de Pitol, de otra manera: es decir sin desentrañar esa motivación de salir a Europa a buscar autores poco leídos que descifrar y posteriormente traducir para nutrir su propia genealogía, que sería decir salir a buscarse a sí mismo en los otros; una biografía que trate de ocultar esa carencia sería sólo una especulación, un espejismo acaso, no por ello desdeñable, de su vida su obra.
     Yo me aventuraría a tratar de hallar una respuesta en sus últimas obras que son su testimonio de su hacer literario, que no es más que su forma de pensar la realidad: como un texto infinito del que no es posible salir una vez que se entra en él. Lo que comienza como una bildungsroman se termina convirtiendo en una experiencia que, por su exceso de soledad, sólo puede llamarse rusa. Pitol, niño ruso.


REFERENCIAS

AAVV. Los territorios del viajero. México: Era, 2000.
Chávez Castañeda, Ricardo y Celso Santajulia. La generación de los enterradores. México: Nueva Imagen / CONACULTA /Patria, 2000.
Fernández de Alba, Luz. Sergio Pitol, ensayista. Xalapa: Universidad Veracruzana, 2010.
García Díaz, Teresa. De Tajín a Venecia: un regreso a ninguna parte. Xalapa: Universidad Veracruzana, 2002.
Piglia, Sergio. El último lector. Barcelona: Anagrama, 2005.
Pitol, Sergio. Trilogía de la Memoria: El arte de la fuga. El viaje. El mago de Viena. Barcelona: Anagrama, 2007.
—————. Una autobiografía soterrada (Ampliaciones, rectificaciones y desacralizaciones). Oaxaca: Almadía, 2010.
—————. Memoria (1933-1966). México: Era, 2011.
Volpi, Jorge. “Siete variaciones sobre temas originales de Sergio Pitol” en AAVV, 2000. pp. 103-113.

2 comentarios:

  1. La idea de explotar y presentar a Pitol como un viajero me parece muy acertada. Asimismo, el viaje que realizas en la vida de Pitol es enriquecedor, así como también las pautas que vas dando para acercarse al estudio de él.

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  2. Es interesante cómo planteas la idea de Pito como viajero y la repercusión que tiene en su obra, considero también que pudiste colocar algunas hipótesis sobre las razones que tuvo Pitol para viajar a Europa, ya que pareciera que para él fue un hecho trascendental e importantísimo y como muestra el dato que nos regalaste sobre la venta de sus bienes para el viaje.

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